Noviembre 24, 2010

Nueva investigación del Grupo ETC: Los nuevos amos de la biomasa

Biología sintética y el próximo asalto a la biodiversidad
Communiqué number: 
104

En momentos en que la atención del mundo se traslada a las próximas negociaciones climáticas en Cancún, México, el Grupo ETC publica un informe pionero que revela el nuevo intento de despojo global de la flora, las tierras, los ecosistemas y las culturas tradicionales de los pueblos.

Los nuevos amos de la biomasa – Biología sintética y el próximo asalto a la biodiversidad  es una crítica fundamentada de lo que los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) están llamando “la nueva bioeconomía”. Se están concretando los esfuerzos para transformar las fuentes energéticas de la producción industrial, transformando la combustión de fósiles en el consumo de las 230 mil millones de toneladas de materia viva ("biomasa") que la Tierra produce cada año.

Esta “bioeconomía” emergente, que en el discurso se presenta como el paso de una economía de “carbón negro” (es decir, fósil) a una economía de “carbón verde” (con base en las plantas) constituye, en los hechos, un nuevo despojo de las tierras, un asalto a los modos de vida, los saberes y recursos de los pueblos del Sur global, que es donde se localiza la mayor parte de la biomasa del planeta.

Para facilitar el próximo paso de este despojo se están desarrollando las nuevas técnicas de la biología sintética (que también llamamos ingeniería genética extrema), desde un puñado de empresas de alta tecnología asociadas con las más grandes corporaciones energéticas, químicas, forestales y de agronegocios del mundo.

El informe sobre los nuevos amos de la biomasa

  • Ofrece la primera crítica desde la sociedad civil de la nueva bioeconomía en proceso de adopción como estrategia económica por muchos países de la OCDE y muchas de las 500 empresas más grandes del mundo y que se ofrece al Sur global con el alegato de que es “desarrollo limpio”.
  • Analiza el impacto de los combustibles agroindustriales de próxima generación, la producción de químicos y plásticos de base vegetal y la quema industrial de biomasa para la generación de electricidad, argumentando que la sociedad civil necesita realizar una crítica y confrontar las amenazas combinadas que surgirán de estos desarrollos.
  • Desenmascara el intento de los actores industriales por mercantilizar el 76% del material viviente terrestre que aún no ha sido incorporado a la economía global. Los sectores con intereses en la nueva bioeconomía (energía, química, plásticos, alimentos, textiles, farmacéutica, mercados de carbono y forestales) conforman un poderío económico de más de 17 billones de dólares y los actores visibles en la nueva bioeconomía incluyen a empresas como BP, Shell, Total, Exxon, Cargill, ADM, DuPont, BASF, Weyerhauser y Syngenta.
  • Explora las preocupaciones por la seguridad y las amenazas a los modos de vida que implica el campo altamente riesgoso y alterador de la biología sintética. Depender de la biología sintética para obtener mayores rendimientos y transformar los azúcares podría abrir una caja de Pandora de imprevisibles consecuencias.
  • Examina el panorama industrial de la próxima generación de combustibles agroindustriales, incluyendo el etanol celulósico, los biocombustibles a base de algas, caña de azúcar, piñón-higuerilla y los hidrocarburos sintéticos y presenta los argumentos sobre por qué esta nueva generación es tan peligrosa social y ambientalmente como la primera.
  • Plantea preguntas esenciales respecto a las “credenciales verdes” de los plásticos y químicos de base vegetal, así como sobre su futuro impacto en el abasto de alimentos y el hambre en el mundo.
  • Formula importantes cuestionamientos políticos sobre el despojo de tierras: 86% de la biomasa global se localiza en los trópicos y subtrópicos. Un hecho simple que impulsa el despojo a manos de la industria y que amenaza con acelerar el ritmo de la destrucción de los bosques y la compra de tierras en el Sur, con el fin de alimentar a las economías del Norte.
  • Calcula las inversiones, los subsidios y las promesas financieras que se hacen a nombre de la nueva bioeconomía. Las predicciones sobre el valor de mercado de los productos y servicios basados en la biomasa alcanzarán los 500 mil millones de dólares en el año 2020 y los mayores ingresos se esperan en la generación de energía eléctrica a partir de la biomasa y los biocombustibles.
  • Cuestiona los mitos comunes sobre el uso industrial de la biomasa, incluyendo las afirmaciones de que el cambio hacia una economía basada en la biomasa es neutral en términos de emisiones de dióxido de carbono, es renovable o, incluso, verde. De hecho, la quema de la biomasa puede generar más CO2, por unidad de energía que la quema de carbón.
  • Detalla cómo es que un error crucial en la Convención Climática de la ONU está abriendo el camino a políticas destructivas. Al considerar a la energía basada en la biomasa como “neutral en términos de las emisiones de CO2”, la ONU ha facilitado —acaso sin darse cuenta— la aplicación de políticas destructivas sobre los recursos renovables, los mercados de carbono y las actividades de transferencia de tecnología. Este informe también examina las nuevas provisiones del mecanismo REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques plus), en el contexto de la nueva economía de la biomasa.
  • Establece por qué no podemos darnos el lujo de permitir que aumente el volumen de biomasa extraída de ecosistemas ya sobre-estresados. De hecho, bien puede ser que la civilización industrial ya esté tomando demasiada biomasa de los sistemas de los que dependemos.
  • Explora la nueva serie de estrategias tecnológicas que proponen los defensores de la bioeconomía para “incrementar” los inventarios globales de biomasa, incluyendo la ingeniería genética de los cultivos, árboles y algas, mientras que la agenda de la geo-ingeniería se encamina cada vez más hacia la biomasa.
  • Denuncia el tránsito hacia el uso de las algas, presentadas como la nueva reserva “verde y limpia” y argumenta contra la producción industrial de algas.