Mayo 06, 2007

¡PATENTE REVOCADA! El monopolio de Monsanto anulado en Munich

Más vale tarde que nunca

Munich. La Oficina Europea de Patentes (EPO) puso un alto a la avaricia corporativa de Monsanto el 3 de mayo 2007, al revocar su patente total sobre los frijoles de soya genéticamente modificados (EP0301749), una patente sin precedentes por su increíblemente enorme alcance. El Grupo ETC, organización de la sociedad civil con sede en Canadá, ganó la batalla legal contra Monsanto después de 13 años, contra una patente de  especie sobre los frijoles de soya, cuando la EPO sentenció que la patente no era nueva o suficiente (es decir, el paso inventivo argumentado no era lo suficientemente claro o contundente para que un especialista pudiera reproduciro). La demanda contra la patente estuvo respaldada por Greenpeace y por la red europea No Patents on Life. La Dra. Ricarda Steinbrecher de Econexus, con sede en Reino Unido, se unió al equipo contra la patente como experto científico.

La patente fue vigorosamente cuestionada por la misma Monsanto, hasta que la compañía adquirió a la empresa que originalmente la poseía, Agracetus, en 1996. La tecnología descrita en la patente ahora revocada se utilizó junto con otras patentes del portafolio de Monsanto, para lograr el control del 90% del mercado de soya transgénica. (Para mayor información, ver el comunicado del Grupo ETC “Patente de Monsanto sobre soya cuestionada legalmente en Munich”, del 1 de mayo de 2007 /files/publication/624/01/nws-rlse-monsanto-cuestionado1may07.pdf

“Es vergonzoso que la Oficina Europea de Patentes tardara 13 años en anular la patente inmoral de Monsanto, que fue revocada en última instancia con argumentos técnicos. Aunque estamos tranquilos porque esta patente de especie, sobre todos los frijoles de soya transgénica –tanto semillas como plantas— fue proscrita, el que tardara más de una década demuestra lo inservible del sistema de patentes. ¡Esta patente iba a expirar igualmente dentro de un año!”, dijo Hope Shand, que representó al Grupo ETC en Munich.

“Es particularmente satisfactorio” dijo Shand, “que los propios argumentos que Monsanto esgrimió en 1994 contra la patente fueran la clave para lograr su anulación.” Uno de los científicos de alto nivel de Monsanto dio testimonio en 1994 de que el proceso de ingeniería genética descrito en la patente  era insuficiente para permitir a un especialista que lo pudiera replicar, un criterio necesario para la patentabilidad.
 

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