Enviado por Veronica Villa el
Ahora mismo, un puñado de empresas agroalimentarias tiene un control sin precedentes sobre el suministro mundial de alimentos, con consecuencias devastadoras para agricultores y campesinos, para quienes compramos y consumimos la comida, y para el planeta. Este nuevo informe del Grupo ETC y GRAIN examina seis sectores críticos para la agricultura: semillas comerciales, pesticidas, fertilizantes sintéticos, maquinaria agrícola, fármacos para animales y genética ganadera.
La consolidación empresarial está aumentando en la mayoría de estos sectores y cuatro de ellos - semillas, pesticidas, maquinaria agrícola y fármacos para animales - cumplen la definición de oligopolio, pues controlan más del 40% del sector de mercado en el que participan. La concentración puede ser incluso mayor a escala nacional, como ocurre con los fertilizantes sintéticos.
Con tan pocos actores compitiendo, estas empresas tienen poder para fijar los precios y extraer dinero tanto de los productores como de los consumidores; pueden influir en las políticas para favorecer sus intereses y bloquear las normativas que protegen la salud y el medio ambiente. Esto les permite eliminar alternativas y expandir un modelo agrícola altamente rentable pero inevitablemente destructivo.
Las principales conclusiones del informe son:
· Los sectores clave de la alimentación y la agricultura están dominados por oligopolios Bayer, Corteva, Syngenta y BASF, que controlan el 56% del mercado mundial de semillas comerciales y el 61% del de pesticidas.
· Toman ventaja de las crisis mundiales. Los gigantes de la agroindustria han aprovechado crisis como la guerra de Ucrania y la pandemia de COVID-19 para inflar los precios. Las empresas de fertilizantes, por ejemplo, han visto cómo sus ingresos se disparaban un 57% entre 2020 y 2023, y algunas han sido acusadas de especular con los precios.
· Se trata de una expansión digital y biotecnológica. Las corporaciones están integrando rápidamente la IA, la edición de genes y las plataformas digitales en la agricultura a través de asociaciones con las gigantes tecnológicas. Con estas herramientas digitales extraen información de los agricultores, facilitan los sistemas de créditos de carbono y refuerzan el control sobre los sistemas alimentarios, al tiempo que suscitan preocupación por la bioseguridad, la privacidad y los monopolios corporativos.
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