Febrero 25, 2013

El año que no quisimos

No tan mal: Al final de 2012 New Scientist reportó que la mortalidad infantil bajó un 60% en los últimos 20 años. En Estados Unidos, estudios del gobierno revelaron que los embarazos en adolescentes bajaron 40% desde 19900; la adicción al tabaco, también entre adolescentes,  está en su nivel más bajo (10.6%) desde la primera vez que se registró en 1975. El número de muertes por accidentes de tránsito en Nueva York (disminuyendo desde 1971) es el menor  desde 1910. A pesar de un incremento del 50% en la compra de armas de fuego, el número de hogares que cuentan con alguna continúa disminuyendo. Y, a fines de octubre, The Economist reportó que, en los países más industrializados, la tasa anual de crimen ha bajado constantemente desde mediados de la década de 1990. En 2012, estudios informaron que la homofobia, al menos en los países de la OCDE, está declinando de manera abrupta. Todo esto no se compara con lograr la paz mundial o terminar el hambre, pero siguen siendo motivos para celebrar.

No tan bien: El “Global Burden of Desease”, un estudio publicado cada fin de año en The Lancet, declaró que la obesidad rebasó oficialmente a la desnutrición como un asunto de salud pública global. Algunos científicos concluyeron en 2012 que el hielo polar en el verano Ártico podría desaparecer tan para 2016, y la mayoría creen que habrá veranos totalmente deshielados para 2050. Muchísimos gobiernos se reunieron en París al final del año para establecer Natural Capital, un mecanismo financiero para fijar precio a la Pachamama. Después de 15 años de zozobra, el primer periodo de compromisos del Protocolo de Kioto terminó el 31 de diciembre de 2012 y sus promotores más optimistas argumentan que su logro más tangible fue ayudar a que el público tomara más conciencia sobre el cambio climático.

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